La experiencia del candidato durante el proceso puede determinar el futuro de su relación con la empresa

Llevo en el mundo de la selección más de 15 años y he visto cómo este ha ido cambiando progresivamente. La crisis ha afectado, se ha endurecido el mercado y todo ello ha provocado que la selección se deshumanice; curiosa paradoja, la deshumanización de los recursos humanos.

Hay una cierta tendencia a despersonalizar los procesos de selección, y creo que en este punto es importante señalar que, por desgracia, cada vez a más profesionales de la selección se les olvida el hecho de que están tratando con personas. Personas que tienen expectativas, ilusiones, que pueden estar pasando por situaciones complejas o que les de vértigo afrontar un cambio profesional. Y muchas veces no estamos a la altura.

El día a día, las prisas y los objetivos a corto plazo nos hacen centrarnos en enviar candidatos a cuantos más clientes mejor – internos o externos – y se nos olvida que detrás de cada candidatura hay una persona esperando feedback, una llamada, saber qué ha pasado con su CV o su entrevista. Y, en muchos casos, ese feedback no se da, o no se hace de la manera correcta.

Estamos en la era digital y, en este sentido, tenemos que avanzar, automatizar todo lo posible y mejorar nuestra eficiencia, pero siempre sabiendo conjugar bien eso con las personas y darles su sitio, hacerles sentir importantes y no generar frustración. Sabernos poner en la piel del otro es fundamental. Pensar que ahora somos el que selecciona, pero que en momentos también hemos sido el candidato, nos dará una visión global de la situación. Entre todos, debemos marcar la diferencia aportando nuestro granito de arena en el trato al candidato, intentando tratarles como a nosotros nos gustaría ser tratados.

Así, es necesario tratar al candidato como al cliente y ubicar a cada persona en su lugar, siempre de la manera correcta. Cuidar la experiencia del candidato a lo largo de todo el proceso – darle feedback semanal, responder a todas sus dudas y atenderle siempre que sea necesario –, conseguirá que se sienta atraído por la empresa incluso antes de poder incorporarse a ella, en caso de que sea el candidato elegido. Pero, además, en caso de que no sea así, habrá tenido un proceso tan bueno que no dudará en dar buenas referencias de tu empresa a quien le pregunte. Y es que, no ponemos en valor la importancia de cuidar a nuestros candidatos, independientemente de que se incorporen a nuestra compañía o no; estos pueden convertirse en embajadores de nuestra marca por el simple hecho de hacer bien las cosas e, incluso generamos deseabilidad a candidatos futuros.

Para ello es necesario contar con dos visiones, una más técnica que nos permita conocer todos los requisitos del puesto en cuestión; el tipo de organización del que se trata; e incluso la cultura empresarial; y una parte más humana que nos permitirá dedicarle el tiempo necesario a cada candidato; que nos permitirá ponernos en su lugar y acompañarle durante todo el proceso. Si conjugamos las dos visiones anteriores, seremos capaces de detectar si el encaje entre empresa y candidato es perfecto y si se cumplen las expectativas de ambas partes.

Si procedemos así en todos los procesos de selección, conseguiremos mucho más de lo que a primera vista puede parecer. Contribuiremos a que la experiencia del candidato – que más adelante será la experiencia del empleado – empiece de la mejor manera posible y sentaremos las bases de una futura relación, sana y duradera.

 

Begoña González

Socia-Directora SIX